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sábado, 18 de diciembre de 2010

El dominio del Temor

 
 
Varios años atrás, un circo de televisión bien conocido desarrolló un acto que incluía tigres de bengala. El acto se hacía en vivo delante de una gran audiencia. Una noche, el entrenador entró en la jaula con varios tigres y la puerta era cerrada de forma rutinaria detrás de él. Las luces inundaban la jaula y las cámaras de televisión se acercaban para que la audiencia pudiera ver cada detalle mientras él con habilidad ponía a los tigres en el ritmo adecuado.

En medio de la actuación, pasó lo peor: las luces se apagaron. Por casi treinta largos segundos, el entrenador estuvo encerrado con los tigres en la oscuridad. Con su visión nocturna superior, los tigres podían verlo, pero él no los veía a ellos. Él sobrevivió. Cuando regresaron las luces, con calma terminó su actuación.

Cuando le preguntaron al entrenador cómo se sintió, él admitió sentir un frío temor al principio, pero luego -dijo-, se dió cuenta de que aunque él no podía ver a los felinos, ellos no lo sabían. Él dijo: "Solo continué sonando mi látigo y hablándoles hasta que las luces regresaron. Ellos nunca supieron que yo no les podía ver tan bien como ellos me veían a mí."


Ocurren situaciones de la vida diaria en donde ya nos consideramos derrotados desde el principio, sólo porque nuestras suposiciones son erróneas. Pero si mantenemos nuestra mente abierta a todas las posibilidades, se ensancha el campo de acción y nuestra mente se enfoca a encontrar la mejor solución disponible.

martes, 14 de diciembre de 2010

Miedo a la crítica


¿Miedo a la crítica? Anótelo: en la mayoría de las personas este miedo se ubica entre los de primer rango. ¿Por qué? Porque, instintivamente, como animales gregarios que somos, sentirnos criticados nos hace tener miedo de ser excluidos de la manada. Y,en el reino animal esto significa quedar más expuesto a los depredadores, deambular sin territorio (sin agua ni comida), perder posibilidades de apareamiento. .. Cuando uno teme a la crítica, entonces, en principio reacciona desde lo más primal que rige nuestra conducta. Así, por largo tiempo, mientras adultece, el animal humano va tratando de adaptarse a los parámetros del sistema (aunque más no sea agrupándose con quienes se oponen al sistema!). Fracciona su identidad, escondiendo partes de sí para no ser exonerado, rechazado, excluido... criticado.

Pero en algunas personas existe una fuerza peculiar que les lleva, -o bien desde siempre, o bien promediando la mitad de la vida-, a, de todos modos, tomar el riesgo de ser diferentes, aunque esto signifique quedar expuestos a la crítica. Hablamos aquí de quienes han decidido convertir su propia vida en un peregrinaje. Sí: los antiguos le llamaban "Camino" al proceso de consolidar la propia identidad desde lo más esencial de sí (o sea, más allá de los condicionamientos del entorno). Y el problema es que si alguien se convierte en un verdadero individuo, será, por definición, diferente, porque en la periferia todos estamos formateados por el sistema imperante, pero en lo más profundo NO: allí cada uno de nosotros es esencialmente único (una modesta nota peculiar en la Gran Partitura de la Creación).

Hay quienes al ver al que Camina se sienten propulsados a caminar también. Pero hay quienes apedrearán al "raro", también instintivamente, como si tuviera una peste que pudiera "contagiar a la manada". De modo que es bueno saberlo: cualquiera que haya decidido apostar sus días a Caminar, necesita estar preparado para las críticas. Algunas le servirán de espejo: es inteligente escucharlas. Otras serán una buena prueba para medir cuán comprometido se está con el Camino como para no dejarse desviar por ellas. Justamente, las críticas de quienes están inmersos en la locura del sistema serán un buen indicio de aquello que se adjudica erróneamente al Quijote: "Ladran, Sancho. Señal de que cabalgamos.. .".

sábado, 11 de diciembre de 2010

La fuerza del pensamiento


Un hombre llevaba horas viajando a pie y se sentía agotado bajo el sol implacable. Sin poder dar un paso más, se acostó a descansar bajo un árbol frondoso. El suelo estaba duro y el viajero pensó en lo agradable que sería disponer de una cama.

Casualmente, aquél era un árbol celestial de los que hacen realidad los pensamientos. Así que, instantáneamente, apareció una confortable cama. El hombre se echó sobre ella y, mientras disfrutaba del lecho, pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus piernas. Al momento, apareció una hermosa mujer que comenzó a brindarle un masaje.

Bien descansado, el viajero sintió hambre y pensó en lo grato que sería degustar una opípara comida. En el acto, aparecieron ante él los más suculentos manjares.

El hombre comió hasta saciarse y se sintió feliz. De pronto, lo asaltó un pensamiento: “¿Y si ahora me ataca un tigre?” Entonces, apareció un tigre y lo devoró.

Cuento de la tradición hindú.