En medio de la actuación, pasó lo peor: las luces se apagaron. Por casi treinta largos segundos, el entrenador estuvo encerrado con los tigres en la oscuridad. Con su visión nocturna superior, los tigres podían verlo, pero él no los veía a ellos. Él sobrevivió. Cuando regresaron las luces, con calma terminó su actuación.
Cuando le preguntaron al entrenador cómo se sintió, él admitió sentir un frío temor al principio, pero luego -dijo-, se dió cuenta de que aunque él no podía ver a los felinos, ellos no lo sabían. Él dijo: "Solo continué sonando mi látigo y hablándoles hasta que las luces regresaron. Ellos nunca supieron que yo no les podía ver tan bien como ellos me veían a mí."
Ocurren situaciones de la vida diaria en donde ya nos consideramos derrotados desde el principio, sólo porque nuestras suposiciones son erróneas. Pero si mantenemos nuestra mente abierta a todas las posibilidades, se ensancha el campo de acción y nuestra mente se enfoca a encontrar la mejor solución disponible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario